Mareas

Como cada mañana despertó, pero esta vez una extraña sensación le inquietaba.
Creyó haber dormido mal, pero ya desperezado prestó atención que aquello no era normal.
Una fuerza tiraba de él. Su piel se tensaba en dirección a una ubicación desconocida y sus músculos parecían seguirles. Desnudo se miro en el espejo y vio su rostro, extremidades, torso, alargados por aquella energía.
Pensó en ir al médico, pero les tenía fobia, así decidió pasar el día con el deseo que aquello cesara.
Durante la jornada hubo momentos que la fuerza menguaba y su cuerpo volvía a su posición normal, pero al atardecer llego lo peor. Aquella influencia se reactivo con poder sublime. Su piel, sus músculos y órganos querían abandonar el soporte de sus huesos. Los ojos se salían de su cavidad, la lengua se tensaba, su corazón ya latía a un palmo de él.
Se apresuró a buscar una explicación y entonces se dijo: “una nueva luna domina mis mareas”.

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